Es cierto, hoy a Colombia no se le puede discutir que salió a la cancha a buscar un resultado positivo. También es verdad que se consiguió un verdadero golazo por parte de Díaz y en general, un primer tiempo sin discusiones. En la segunda mitad, Rueda le apostó al refugiarse en su propio campo, y eso frente a un rival tan poderoso como Brasil es demasiado riesgoso.
Entregarle por completo la posesión del balón a los brasileños, es caminar sobre una cuerda floja que tarde o temprano se puede romper. Hoy, sucedió en una jugada polémica que en este momento es objeto de discusiones, con versiones encontradas que parecen inclinarse a que el gol del empate ‘carioca’ es válido, algo que no nos gusta, pero que se debe aceptar. Lo hecho, hecho está.
Luego, con 10 minutos agregados, Brasil demostró toda su jerarquía y siguió buscando el triunfo, mientras que Colombia no reaccionó y vio como en un tiro de esquina, sin marca alguna, Casemiro convirtió el tanto del triunfo a pocos segundos del final.
2 a 1, victoria brasileña, sobre un equipo colombiano que hizo lo que pudo durante gran parte del partido, pero que ante el empate del oponente, no tuvo como seguir aguantando, en un punto donde la mente se desconectó y el cuerpo dejó de funcionar.
Los partidos se juegan hasta el final. Más allá de las decisiones arbitrales, hay que seguir hacia adelante, no podemos quedarnos con ese elemento como excusa, cayendo en el ‘casi’ eterno que nos impide derrotar a rivales de peso. Brasil, aprovechó la debilidad mental de un Colombia al que se le debe reconocer su amor propio, pero que sigue careciendo de buen fútbol permanente, con respecto excesivo hacia el oponente y desconcentraciones que al final cuestan puntos valiosos.
El triunfo estuvo cerca, nos alcanzamos a ilusionar, pero hoy tampoco pudo ser. Haremos cuentas, para ver qué posición ocupa la Selección en la fecha final. Ahora, a voltear la página y seguir mejorando. La Copa aún no termina.
