viernes, octubre 25, 2024
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De Maní a los Juegos Olímpicos de Tokyo: La Historia de Jeferson Ochoa

Conocí a Jeferson Ochoa en el año 2015, curiosamente no en Casanare sino en Quibdó, Chocó, sede de los Juegos Deportivos Nacionales en esa edición.

Allí, en esa selvática y tropical zona de nuestra geografía colombiana, llamó especialmente mi atención observar la concentración, el carácter y la decisión con la que aquel delgado y moreno deportista, se alistaba para enfrentar a los mejores, en su primera experiencia en el evento más importante del país.

Los pronósticos de medalla para la delegación casanareña, apuntaban en mayor medida hacia las damas, quienes gozaban de una trayectoria e historial para ese entonces más amplio que los caballeros.

En ese momento, Jeferson no era una estrella del taekwondo ni mucho menos, aunque era injusto negar su talento y condición deportiva, gracias a lo cual se había ganado un lugar en el grupo.

Su expresión decía que había llegado a las justas a buscar la gloria y creo que pude percibirlo a la par de mi trabajo periodístico que también me tenía allí, acompañando a la delegación departamental.

El taekwondo había llegado a su vida algunos años atrás, en su natal Maní, cuando su hermano Javier se convirtió en su primer entrenador.

En aquel entonces, Jeferson presentaba algunos problemas de conducta, ha reconocido que incluso presentó algunos inconvenientes en el colegio debido a su temperamento, pero fue allí donde el deporte surgió no solo para solucionar aquella anecdótica situación, sino además para abrir la puerta de lo que se convertiría en un exitoso camino con rumbo a la gloria.

Luego de comenzar su formación en la disciplina, William Duarte, el padre del taekwondo en Casanare, invitó a Ochoa a comenzar una nueva vida en Yopal. Allí, en la capital casanareña, tendría lo necesario para perfeccionar sus habilidades y convertirse en un competidor de élite.

El adolescente, decidió aceptar la propuesta, dejando atrás a su familia y apostando todo al sueño de llegar a lo más alto a nivel internacional. Nadie le aseguraba nada, pero el sabía que lo podía lograr.

Luego de años de sacrificios, extenuantes jornadas de entrenamientos, soledad, y mil circunstancias propias de aquel momento, Jeferson encontraba en Quibdó su primera gran oportunidad para dar a conocer su talento.

Duván Avella, un experimentado y respetado competidor boyacense, con mucha más experiencia que el llanero, sería su rival en la final.

Las apuestas se inclinaban en favor de Avella, quien ya sabía lo que significaba vestir los colores de la Selección Colombia y figurar en eventos mundiales, pero esto no le importó al personaje de esta historia, quien lo venció en un inolvidable combate, logrando su primer gran logro deportivo. Medalla de Oro y título para Casanare. Jeferson Ochoa, se había convertido en una realidad del taekwondo nacional.

Cuatro años después, Cartagena recibía los Juegos Nacionales. Ya no se trataba de competir para ganar experiencia ni mucho menos. Ahora, el reto se centraba en revalidar su condición de figura y enfocar la mirada a lo más grande, el anhelo de todos, buscar un lugar en los Juegos Olímpicos de Tokyo.

La segunda medalla de Oro nacional para Ochoa no tuvo sobresaltos. En ‘La Heróica’ se subió al primer lugar del podio una vez más, asegurando su lugar en el equipo colombiano que asistiría al Preolímpico de Costa Rica 2020, último eslabón a los JJOO.

Vinieron más concentraciones, el CIART de Sogamoso se había transformado ahora en su segundo hogar ya que allí permanece la Selección Colombia, pero aparecían en el camino obstáculos más grandes por vencer. México, la súperpotencia continental, no había alcanzado el cupo a Tokyo por Ranking Mundial, así que sería el principal rival en Costa Rica.

Había llegado la hora, el Preolímpico en Centroamérica donde un casanareño se levantaría para hacer historia.

Dando una nueva muestra de coraje, madurez y ganas de superar cualquier pronóstico, Jeferson avanzaba en cada una de las fases previas. Competidores de diferentes naciones quedaban en el camino, hasta llegar a semifinal, frente a Brandon Plazas, peleador mexicano que simbolizaba el paso directo al sueño máximo.

En la superficie se combate, con la atención de cientos de personas y el corazón de su familia a la distancia enviando todo su amor y energía, Jeferson Ochoa vencía a plazas por marcador de 35 a 25; se postraba de rodillas, gritaba al cielo con sus puños apretados para exclamar desde el alma el grito de la victoria y el objetivo cumplido: Tokyo 2020, ahora era una realidad.

Pase lo que pase en las justas olímpicas, a sus 24 años de edad, Jeferson Ochoa se ha hecho un lugar en la historia como uno de los deportistas más importantes de Casanare y el país en su disciplina. Aquel joven que apostó todo su futuro al taekwondo, se ha transformado en un hombre que ha tenido la oportunidad de recorrer el mundo, formarse, crecer en todos los sentidos y llenarnos de orgullo con sus logros que seguramente vendrán en mayor cantidad en los años futuros.

Desde su tierra, querido ‘Joe’ como le conocen sus amigos, celebramos esta clasificación como propia por todo lo que representa, y a su vez, porque todos en algún momento hemos soñado con llegar a superar escalones que parecen inimaginables pero que usted, se ha encargado de alcanzar sin importar circunstancias, condiciones o cualquier dificultad propia de nuestra realidad individual.

Gracias por hacernos soñar y darnos un poco de alegría en momentos de noticias difíciles. El medallista de Oro oriundo de Maní, hecho campeón en Quibdó, ahora tendrá la oportunidad de patear más alto y fuerte en los Juegos Olímpicos.

Juan Hernando Suárez Guevara

Comunicador Social y Periodista

Director de El Deportivo del Llano

 

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